Nuestra vida como estudio de diseño nos ha dado la experiencia de reconocer 3 problemas o necesidades cuando los clientes llegan a nosotros hablando de packaging:
- El packaging no identifica la marca o peor aún, no identifica el producto.
- Su packaging se ve “anticuado” o limitado ante la creciente competencia.
- No hay presupuesto para diseño. Este último caso es el más paradójico si se permite la expresión. Pensemos un segundo lo siguiente: la inversión en maquinaria y recursos humanos está, la inversión en impresión se hace (las etiquetas, bolsas o cajas, con mal o buen diseño deben imprimirse igual), pero si tomamos estos puntos y los comparamos con la inversión en diseño, veremos que esta última es mínima y, si además decimos que es la imagen de la empresa y el último contacto con el cliente influyendo en la decisión de compra, agregamos que es necesaria.
Ofrecés un producto que realmente creaste, pensaste e ideaste, que te quitó el sueño en más de una oportunidad y es el sustento de tu familia.
Sabemos que es un trabajo diario, dónde lo urgente resta espacio a lo importante, dónde tu agenda es modificada por imprevistos.
Es mucho lo que tenés y es momento de preguntarte:
¿Estoy diciendo realmente lo que soy?
¿La gente, escucha lo que digo?
¿Dónde lo digo, para quién?
Tu empresa hoy está hablando, ¿pensaste en eso?
Las PyMEs tienen una oportunidad brillante si ponen especial atención en el diseño de su packaging. Para sentarse en la mesa de las grandes marcas hay que prestar atención en el diseño, la cara que hace tangible todo aquello por lo que se trabaja y generar así una compra emocional y no sólo racional.
El packaging es el soporte del mensaje corporativo y es el medio de construcción de imagen. Es una herramienta poderosa para empresas cuya inversión en promoción es baja.
Lo tenés todo. Activa tu marca.
